Desalojo de maestros del Zócalo capitalino.
Foto: Octavio Gómez.
Los medios, destacadamente la televisión, se encargaron de
alimentar el odio ciudadano contra la movilización magisterial que
inundó la capital del país las últimas semanas, y festinaron en vivo el
desalojo de los profesores que acampaban en la Plaza de la Constitución.
Pero no mostraron todo. Nada dijeron de los soldados disfrazados de
policías, de “halcones”, de los golpes a mansalva hasta contra la
prensa, del uso de gases y chorros de agua para dispersar a contingentes
que iban en retirada.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La madrugada del viernes 13 corrió el
rumor. Los maestros disidentes de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE), en plantón desde el 19 de agosto en
la Plaza de la Constitución, fueron alertados por sus dirigentes de un
posible desalojo violento.
La guerra se percibía en el aire. Dos helicópteros de la Policía
Federal (PF) pasaban casi al ras sobre el campamento, haciendo volar los
plásticos con que los maestros se cubrían. Llovía.
Desorientados, los maestros comenzaron a empacar sus cosas y a sacar
niños y mujeres de la zona. Explicaban que no pensaban marcharse.
Permaneció la sección 22, de Oaxaca, que nutrió mayoritariamente el
plantón. Se preguntaban unos a otros por sus dirigentes, reunidos en
negociaciones truncas con representantes de las bases desde la noche
anterior en el auditorio del SME, en la colonia Tabacalera.
De lo que fue su refugio 25 días tomaron tubos, cortaron tablas,
juntaron piedras. Incendiaron plásticos. Formaron vallas en las
bocacalles que conducen al Zócalo y ahí también prendieron fuego. “Nos
vamos a quedar, hasta las últimas consecuencias. Los dirigentes nos
pidieron que nos salgamos y que nos regresemos a Oaxaca, pero son 30
años de lucha y no los vamos a tirar a la basura. La base decide y
decidimos resistir”, dijo un profesor de apellido Mata mientras se
cubría el rostro con un trapo, como tantos otros.
Primeras escaramuzas
A las dos de la tarde del viernes 13 se encararon por vez primera
maestros y granaderos. Con el despliegue oficial llegaron los primeros
enfrentamientos en Pino Suárez, a un costado de la Suprema Corte de
Justicia. “Que empiecen ellos. Nosotros somos pacíficos, esto es
resistencia”, se escuchó por un altavoz a una mujer desesperada, al
tiempo que se dio aviso de una propuesta oficial pacífica para resolver
el conflicto.
Al cruce de 20 de Noviembre con Venustiano Carranza llegaron Héctor
Serrano, secretario de gobierno del Distrito Federal y Alfonso Gómez,
secretario de Gobierno de Oaxaca. Ofrecieron a los maestros una “vía
segura” para salir de la zona. Y dieron un ultimátum. Los maestros
tenían dos horas para salir –a cumplirse en punto de las cuatro de la
tarde– antes de que entrara la policía.
Rondaban la zona visitadores de la CNDH a quienes los maestros
increpaban: “¿Qué hacen aquí, si ustedes aprobaron la represión?”.
(Fragmento del reportaje principal que se publica en Proceso 1924, ya en circulación)