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Mientras el mundo se prepara en primera fila con palomitas en mano para observar el lanzamiento de algún misil de corea del norte. En México en la pequeña localidad fronteriza de ciudad Juárez chihuahua. Están a 24 horas de ser víctimas de un ataque certero preciso y despiadado con dos misiles tóxicos (torres de asarco) cargados con más de cinco mil toneladas de desechos tóxicos plomo, arsénico y cadmio.



Mientras el mundo se prepara en primera  fila con palomitas en mano para observar el lanzamiento de algún misil de corea del norte.  En México en  la pequeña localidad fronteriza de ciudad Juárez chihuahua.  Están a 24 horas de ser víctimas de un ataque certero preciso y despiadado con dos misiles tóxicos (torres de asarco) cargados con más de cinco mil toneladas de desechos tóxicos  plomo, arsénico y cadmio.

Las aguas del Río Grande y el manto freático de la región fronteriza corren el riesgo de contaminarse de manera agresiva con los residuos tóxicos que contienen las torres de la ex fundidora Asarco, que serán demolidas este 13 de abril.

 la contaminación que se nos viene encima es cierta, los residuos tóxicos se pueden quedar atrapados en los sedimentos del río, en sus aguas y también en las aguas subterráneas”, dijo la doctora e ingeniera ambiental Mariana Chew.

Advirtió que “estamos ante un peligro real para los moradores de ambos países que se encuentran en las inmediaciones de ASARCO y para todas las comunidades río abajo que se abastecen de esas aguas”.

 
Chew y otros activistas insistieron en que las autoridades locales son responsables de la actual situación, pues en el año 2005 sólo consintieron en realizar una limpieza parcial de la ex fundidora “a sabiendas de que por más de diez años se había realizado la quema ilegal de basura tóxica.

  la contaminación que se va a generar con el derrumbe de las torres se le suma la contaminación que quedó de 2005 con la limpia parcial de ASARCO, y eso hace mayor el riesgo en estos momentos”, dijo Chew.


Y aunque en entrevista previa Roberto Puga, gerente encargado del sitio, aseguró que se están tomando todas estas medidas para evitar que el polvo que se produzca por el derrumbe, “lleve plomo, arsénico o cadmio más allá de los límites de la propiedad”, la comunidad binacional continúa preocupada.

Érika Marín, de 22 años, presente en la protesta de este sábado, es de los ciudadanos paseños que considera que en materia de sustancias tóxicas “no todo está dicho y cualquier medida es poca”.

“No se han hecho pruebas suficientes para saber si con la demolición aparecerán tóxicos que contaminarán el agua, el aire y el medio ambiente”, señaló.




“Queremos evitar el derrumbe si no se hace lo necesario para garantizar la protección de nuestra salud y la salud ambiental”, agregó.


La paseña fue de las que firmaron y apoyaron un documento binacional denominado “Declaratoria de la Casa de Adobe”,  en el que se cuestiona: “¿Qué hay detrás de la prisa de ASARCO por demoler las chimeneas? ¿Qué tipo de contaminantes contienen y guardan las paredes de estas dos torres emisoras de residuos químicos que hoy pretenden destruir precipitadamente?”

De igual forma se inquiere: “¿Por qué no se ha presentado, si es que existe, un estudio técnico y detallado con respecto al impacto ambiental que acarreará la demolición? ¿Por qué hasta última hora no se ha notificado a los vecinos de la destrucción de las dos estructuras como si se tratara de una simple operación de rutina y no revistiera peligro alguno, sobre todo para los habitantes más cercanos de la zona?”

La doctora Chew afirmó que la Agencia de Protección al Medio Ambiente (EPA, por sus siglas en inglés) se ha lavado las manos acerca del derrumbe y las consecuencias del mismo. “Es indignante que EPA esté diciendo que los efectos son cero. Es muy triste informar de forma equivocada al pueblo”, dijo.

Señaló que entre 1992 y 1997 se quemaron en ASARCO más de cinco mil toneladas de desechos peligrosos, algo que se hizo del conocimiento de EPA en el 2008.

ASARCO es una de 152 instalaciones que en 2007 trataban, guardaban y manejaban desechos peligrosos en todo el país. Muchos de estos materiales, en especial los que se procesaron en los 90, provenían de las armas usadas en las guerras de Yugoslavia, Somalia o Haití.

En la manifestación de este sábado moradores de ambos lados de la frontera pusieron en tela de juicio los tratados binacionales que protegen la calidad del medio ambiente y que comprometen a México y a Estados Unidos a velar por la salud de sus habitantes. (Julio Antonio Molinet/El Diario de El Paso)